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jueves, 25 de abril de 2013
Picasso, un comunista atípico
Atribulado por la Segunda Guerra Mundial,
Picasso, el 5 de Octubre del año 1944 se afilió al PCF (Partido Comunista
Francés). Picasso, en un artículo aparecido en el periódico L’Humanité
el 30 de octubre 1944 (Pourquoi je suis communiste), expuso las razones de su adhesión al partido. En este
artículo explicó que su compromiso fecha de la Guerra civil en España pero que
era solamente un compromiso espiritual. Es después de la lucha de los
resistentes comunistas franceses, durante la Segunda Guerra Mundial (“partido
de los 100 fusilados”), lo que le abrió los ojos: su arte no es suficiente para
luchar, tenía que afiliarse al partido de “tout lui-même”. Y de esta manera
reafirmó su apoyo a la causa de la Republica española caída. Afiliándose al
ideal comunista de progreso y felicidad del hombre, podemos notar que sus obras,
para algunos, se hacen un poco más optimistas, más alegres como lo refleja su
cuadro La Joie de Vivre (1946). Así,
se reunía con los círculos intelectuales franceses de la época, en los cuales
estaba Paul Eluard. Es Jacques Duclos (unos de los principales dirigentes del
partido) quién le recibió en su despacho para entregarle, en sus propia manos,
su tarjeta de miembro del PCF.
El partido buscaba usar de su prestigio
internacional para promover su política cultural y avalar su tesis “pacifista”.
El compromiso político de Picasso se traducía por declaraciones estrepitosas
tales como: “la peinture n’est pas faite
pour décorer les appartements : c’est une arme de combat”. Hizo también apariciones
al congreso de la paz, y algunas de sus obras fueron hechas para la gloria de
grandes figuras del partido denunciando los crímenes de los Americanos (Massacre en Corée; Temple de la Paix…). Crea también una imaginería entendible para
todos como la famosa Colombe de la paix.
Pero, al final, Picasso no es un miembro activo del PCF, guardando su total
libertad de expresión y predicando la paz contra la guerra en varias obras.
La crisis entre el pintor y el partido
era inevitable. Picasso empezó a ponerse en conflicto con los dirigentes del
PCF. Desde 1945, en el décimo congreso por la paz del PCF, el arte de Picasso
fue polemizado. La prensa del partido alababa a los realistas socialistas
franceses y denunciaba el arte “burgués” y “decadente” de Picasso. El Retrato de Stalin realizado después de
la muerte del dirigente fue solamente un pretexto. Publicado a petición de
Louis Aragon el 12 de Marzo 1953 para la primera página de Les Lettres Françaises, el retrato fue juzgado como poco respetuoso
hacia el jefe comunista y creó todo un escándalo. El 18 de Marzo de 1953, la
Secretaría del partido publicó un comunicado en L’Humanité para enseñar su desaprobación hacia la publicación de
este retrato. Es el punto de partida del “divorcio” entre Picasso y el partido
comunista. Sin embargo, el artista no contestó a las críticas, firmando en
1956, con otros militantes decepcionados, un manifiesto de protesta contra el
golpe de Budapest (invasión por parte de los Soviéticos en Hungría). No
obstante, en 1962, Picasso recibió su segundo premio Lenin (premio por la paz
concedido por el partido) y conservó su tarjeta del partido hacia el fin de su
vida en 1973.
¿Por
qué quería Picasso afiliarse al partido con 63 años, si después no acabaría
siguiendo las líneas pictóricas propuestas por el propio partido?
Al final su pertenencia al partido no
comportó muchos cambios en su pintura. No se sentía concernido por el realismo
socialista recomendado a los artistas del PCF. Las nuevas normas estéticas del
partido debían transformar los artistas en “ingenieros del alma”. Las
principales reglas del ideal comunista
aplicadas a la pintura imponían una relación peculiar
a la realidad y a la manera de representarla. El objetivo del arte comunista
era un realismo que exige del artista una representación auténtica,
históricamente concreta, de la realidad en su desarrollo revolucionario. El
arte debía contribuir a la transformación ideológica. Para resumir, era un arte
de propaganda a favor del partido. La fama internacional de Picasso le protegía
de esa doctrina. En efecto, Picasso no
estaba considerado como “un pintor comunista” sino como “un pintor de la paz”. Picasso
resistió siempre a pintar la hoz y el martillo que los artistas comunistas
estaban acostumbrados a representar. Sus lienzos no correspondían a la estética
realista recomendada por Moscú y Andréi Zhdanov.
Finalmente, podemos preguntarnos si la
adhesión al partido comunista no era solamente una forma de enseñar su apoyo a
España que había vivido horas muy oscuras y que sufría todavía del poder en
acción. Quizás era un mensaje de esperanza hacia la población española. O
solamente se afilió al partido por la influencia de su círculo de amigos tales
como Aragon y Eluard que reclutaron el pintor como un caro trofeo. El hecho más
sorprendente es que Picasso fue también declarado persona non grata en algunos
países democráticos. Robert Morris (artista contemporáneo), en la exposición en
la Tate Galery de Liverpool: Picasso, Peace + Freedom, habla claramente de
Picasso como un “mal comunista”.
¡Picasso fue realmente un comunista muy atípico!
Para más información os dejo un manual y dos link:
Anne
Baldassari, Dominique Dupis-Labbé, Colette Giraudon, Brigitte Léal, Hélène Seckel, L’ABCdaire
de Picasso, Flammarion, Paris, 1996.
domingo, 21 de abril de 2013
Leyendo con Picasso
En un blog donde nos centramos en la construcción del Mito Picasso y en
todo lo que ha influido en su carácter y obra, es imprescindible a través de
lecturas conocer un poquito más a nuestro protagonista y su entorno. Existen
gran cantidad de manuales y escritos específicos relacionados con la vida del
artista, sus anécdotas e incluso textos redactados por los más “atrevidos” en
cuanto a las cuestiones más personales de Pablo Picasso. En esta entrada citaré
así algunos ejemplos de los manuales encontrados ligados con el tema, siendo
muchos de ellos redactados por algunos de sus círculos más cercanos y que sin
ninguna duda nos permitirán tener otra perspectiva sobre su persona y figura.
Jaime Sabartés, uno de sus más íntimos amigos presentó en 1946 una serie de
impresiones personales sobre su colega en el libro que lleva por título Picasso: portraits & souvenirs. En
él se incluyen conversaciones, diálogos y algunos recuerdos (como el propio
título nos indica) que fueron datos desconocidos pero a su vez relevantes en el
momento de su publicación. En 1954, con Picasso:
documents iconographiques amplió nuestra mirada con curiosas ilustraciones
y circunstancias familiares del pintor.
La biografía publicada en París de 1957 por la escritora y ensayista
Antonina Vallentin, es considerada para muchos una de las primeras biografías
ampliamente documentada con datos además aportados directamente por el artista.
Roland Rose es otro de los retratistas y estudiosos de Picasso, el cual
realizó diferentes intervenciones en cuanto a su vida y obra. Entre las que
destacamos una exposición celebrada en 1956 en el Institute of Contemporany
Arts de Londres cuyo cartel de entrada era Picasso
Himself. En ella se albergaba materiales gráficos relacionados con
cuestiones biográficas y personales del artista. A posteriori, en 1958,
presentaría en sociedad su obra Picasso: his life and work.
En cuanto a las obras publicadas en territorio español, exponemos las
biografías publicadas por el catalán Palau i Fabre: Vides de Picasso: assaig
de biografia pura de 1962 y L´extraordinaria
vida de Picasso de 1971; y por otro lado presentando un perfil más humano y
cercano al personaje de Picasso encontramos la pieza de Antonio D. Olano, El
Mundo mítico y mágico de Picasso, publicado en Madrid del año 1971.
En cuanto a los manuales que engloban de manera
más general tanto su vida como su obra, encontramos el texto del francés Pierre
Cabanne, Le siècle de Picasso de 1975; y también del país galo, el libro
redactado por Pierre Daix: Picasso, créateur: la vie intime et l'oeuvre,
siendo por primera vez su venta al público en 1987.
Pero sin ninguna duda cabe destacar a John Richardson, citado ya por
algunos de mis compañeros en otras entradas y considerado hoy el gran biógrafo
del artista, publica un complejo texto recogido en dos volúmenes: A Life of Picasso, en colaboración con
Marilyn McCully en 1991 y 1996, ambas publicadas en Nueva York. Cabe advertir
que las últimas novedades destacables en el terreno de la biografía completa se
deben a Henry Gidel y a Pascale Le Thorel-Daviot.
Para finalizar, no olvidar las aportaciones de las mujeres que estuvieron a
su lado, las cuales nos señalaron datos inéditos de su particular personalidad
en diferentes manuales. Pero tampoco descuidar la visión de su familia, de sus
hijos y nietos, como es el caso de su nieta Marina, la cual ha expresado desde
un punto de vista crítico las relaciones y sentimientos surgidos entre ellos en
Grand-Père de 2001. Picasso
portraits de famille, sería publicado también por otro de sus nietos,
Olivier Widmaier Picasso, que no sólo aporta un punto de vista nuevo acerca del
comportamiento familiar y afectivo del pintor, sino una categórica y valiosa información
sobre cuestiones legales relativas al reparto de su herencia y a la creación y funciones
de la Succession Picasso.
Fred Stein, Children
reading a newspaper, en Paris de 1936.
En el link que aporto a continuación podéis encontrar otra serie de
manuales y biografías relacionadas con nuestro protagonista, algunos de ellos
divididos por temáticas:
jueves, 11 de abril de 2013
Picasso y sus autorretratos
Picasso hizo
muchos autorretratos en su vida. Le sirvieron a Picasso para dejar testimonio
de hechos biográficos: cada uno de ellos es el espejo de un sentimiento, de las
preocupaciones del artista... Reflejan las inclinaciones y las búsquedas del
pintor a la hora de pintar. En la pintura de Picasso, no tenemos que entender
el autorretrato como representación de sí mismo en sentido estricto. En
realidad, Picasso está inmerso totalmente en su obra, bajo otros rasgos, o
formas. El
propio pintor afirmó "Je
veux dévoiler au spectateur quelque chose qu'il ne peut découvrir sans moi". Picasso uso del autorretrato
como laboratorio de sus experimentaciones formales.
El malagueño, en el año 1907, había realizado la mayoría de sus autorretratos,
casi todos, de corte más o menos clásicos. Es mas tarde cuando sus autorretratos van a traducir formas
pictóricas más “picassianas” y abstractas.
He elegido cuatro autorretratos que
enseñaban la evolución del arte del artista, la evolución de sus investigaciones
y su modo de enfrentarse a la vida.
En el orden siguiente:
-
Autorretrato, Picasso, 1901, Musée Picasso, Paris.
-
Autorretrato a la paleta, Picasso, 1906, Museum of art of
Philadelphia.
-
L’artiste devant sa toile, Picasso, 1938, Musée Picasso, Paris.
-
Autorretrato ante la muerte, Picasso, 1972, Tokio.
Este cuadro fue realizado durante el periodo azul.
Obsesionado por la muerte de su amigo Casagemas, el propio Picasso dijo "C'est
en pensant à Casagemas que je me suis mis à peindre en bleu". Entonces,
el color y la técnica fueron elegidos para ilustrar la muerte, el dolor y la
impotencia del pintor frente a los acontecimientos de la vida.
El
cuadro se fija en los sentimientos del artista. No busca ser fiel a su físico. Es un hombre prematuramente
envejecido, agobiado por la miseria y los tormentos de la vida. La atmosfera tranquila
y triste que libera la obra esta destacada por la utilización de las líneas
verticales que expresan un sentimiento de inmovilidad. Tal como una máscara
(Picasso no se parece para nada), el autorretrato manifiesta la angustia del
pintor. Picasso formula una verdad universal a través de este autorretrato: los
sentimientos influencian mucho nuestra manera de ver las cosas, y de llevar
nuestra vida.
Este autorretrato enseña que Picasso deja
estar anímicamente diferente a su periodo anterior. No expresa más sus
sentimientos. Es una nueva manera aprender la realidad. Se basa en el trabajo de Paul Cézanne el cual había
visto sus obras en Paris. Lo que importa a Picasso ahora en este cuadro es la
forma y no más el color y el tema. Es una búsqueda plástica por parte de Picasso.
Se
pintó como un obrero. No se consideraba como un intelectual. La manera es
clásica para un autorretrato pero la técnica es innovadora. Es la construcción
del cuadro según los volúmenes. Observamos aquí la influencia de las artes
primitivas que Picasso había visto en el Museo del Hombre en Paris. El rostro
anguloso empieza a parecerse cada vez más a una máscara. Este autorretrato
anuncia lo que será el cubismo un año después.
Picasso cuando
pintó L’artiste devant sa toile tenía 57 años. Su arte pasa por diferentes
estilos (figurativo, abstracto….). Es un autorretrato que se aleja mucho más de
la figuración clásica de los autorretratos anteriores. Es una nueva
representación del artista, una representación descompuesta e inacabada.
El rostro mezcla la vista de frente
y la vista de perfil. Muestra los recibos del cubismo pintando varios puntos de
vista. El brazo derecho está totalmente desproporcionado y como pegado al
cuerpo. Podemos ver numerosas huellas de engomado lo que remite a una imagen muy
imprecisa (hecho al carboncillo). Quizás podemos ver en el acercamiento de los
ojos una cierta dramatización que puede reflejar las inquietudes del pintor
frente la subida del nazismo en vísperas de la Segunda Guerra Mundial. Es un
autorretrato experimental que refleja sus experimentaciones de la época que son
una búsqueda plástica incesante. La fragmentación de la figuración y los trazos
del dibujo muestran la nueva forma de representación del “yo” por parte del
malagueño.
Con sus numerosos
autorretratos, Picasso nos transporta en su mundo a través de sus diferentes
búsquedas, experimentaciones y sentimientos. Reconocer al pintor no se hace fácilmente.
Es la investigación y el estado de ánimo que son lo más importante. Son
interesantes porque reflejan cada estilo distinto que experimenta el pintor. A
través ellos, podemos observar su doble evolución: artística y emocional. Cada
uno de ellos lleva algo nuevo a su biografía personal.
Para profundizar
más, os dejo algunos enlaces y dos manuales:
Anne
Baldassari, Dominique Dupis-Labbé, Colette Giraudon, Brigitte Léal, Hélène
Seckel, L’ABCdaire de Picasso, Flammarion, Paris, 1996.
sábado, 6 de abril de 2013
Edward Quinn y Picasso
Edward
Quinn y Picasso
Edward Quinn fotografiado junto a Picasso |
Picasso sabía que la fotografía era un buen
medio para la creación de una imagen pública específica. Así, a la hora de
fotografiarse se rodeaba de unas personas determinadas o colocaba las cosas de
cierta manera. Todo ello lo hacía para poder mantener el culto que se había
creado hacia su persona. Siguiendo el hilo de las fotografías de mi entrada
anterior, pretendo en esta profundizar sobre la utilización por parte de
Picasso de los fotógrafos para hacer llegar al resto de la sociedad una
identidad que en la mayoría de los casos no era la suya. En este caso me
centraré en la relación entre el pintor y el fotógrafo Edward Quinn.
En las primeras fotos que le tomó, Picasso
aparece trabajando unas cerámicas con motivos decorativos que hacen alusión al
mundo del toro y del toreo. Como ya expliqué, el artista utilizaba este mundo
para crear una imagen del prototipo de español de la época en torno a él,
imagen que él no compartía completamente ya que se adecuó, desde su llegada, a
la nueva cultura de Francia; más de su nuevo gusto.
En la exposición al público de la vida privada
de Picasso hay un momento clave. Este se produce, como explicará más
profundamente mi compañera, cuando se deje grabar de forma inédita en su atelier en 1955 para el documental “El Misterio Picasso”. Un documental que
nos muestra como Picasso creaba sus obras. Antes de realizarse, esta grabación,
había sido estudiada al detalle previamente por Picasso para que todo saliera
perfecto para la creación de la imagen Picassiana. Por ello se explica que
durante la grabación del video Edward Quinn estuviera también presente haciendo
fotografías. Una de las fotografías que Picasso dejó que se inmortalizaran fue
justamente cuando estaba acabando un cuadro en cuya composición vuelve a
aparecer la imagen de un toro.
Otro de los momentos en los que Edward Quinn
vuelve a estar presente para recrear la imagen Picassina es en 1956. Este año
hubo una exposición en Niza cuyo atrayente título fue: “Picasso. Un Demi-Siècle de Livres Illustrés.”. Una exposición en
la que él era el protagonista, era el lugar idóneo para dejarse fotografiar y
mostrar al mundo sus influyentes amistades. Así, en la foto, Picasso aparece en
el centro rodeado del político francés Maurice Thorez, Luis Aragón o el
escritor Georges Tabaraud. El hecho de rodearse de personas importantes de la
sociedad francesa del momento, solo hacía incrementar la imagen que el resto de
ciudadanos tenían de él.
Pero no cabe duda que
donde Picasso mostraba otra cara que no era la suya era en la relación con las
mujeres. Esta es una instantánea de nuestro fotógrafo tomada en su 75
aniversario donde vemos como abraza de una forma muy cariñosa a Jacqueline, la
última amante que tuvo. Es una foto antagónica para la realidad de Picasso,
porque como es bien sabido, maltrataba física y psicológicamente a todas las
mujeres que pasaban por su vida para conseguir los favores que se le antojaba.
Si miramos con atención podemos ver un anillo de matrimonio en uno de los dedos
del pintor, algo que nos dice que la foto fue preparada previamente para
mostrar su “amor” hacia esa persona; algo irónico ya que no se casará con ella
hasta sus 80 años, en 1961, cinco años después de la fotografía.
Picasso y Edward Quinn acabaron formando una
fructífera y duradera amistad. Prueba de ello es esta última fotografía que fue
tomada por el irlandés en su última visita al genio en Mougins el 7 de enero de
1972, muriendo Picasso tan solo 3 meses después en esa misma localidad.
Podéis encontrar más
información sobre Edward Quinn y Picasso visitando la página web del fotógrafo,
donde además podréis ver muchas más instantáneas del español.
lunes, 1 de abril de 2013
La importancia de ser español
Retomando lo comentado por mi
compañero, Picasso siempre fomentó su imagen de español. Tanto él como su
círculo más cercano incidieron mucho en la cuestión de sus orígenes y la
influencia de éstos en su obra. El típico “carácter español”, concebido a
partir de estereotipos y un imaginario de corte romántico, va a servir al
artista español para añadir excentricidad a su obra y a la imagen de sí mismo
que tanto esfuerzo dedicó a construir.
En este sentido no sólo destacan
las propias actuaciones del artista para identificarse con el prototipo de
hombre español sino también las aportaciones de algunos de sus contemporáneos.
En su artículo de La Plume, Apollinaire incide en esa idea
de “lo español” como un rasgo primordial y característico del Picasso artista, recurre
a esa tradición andalusí para añadir un mayor exotismo a los orígenes y al
carácter del artista: “Viene de lejos, de las riquezas de composición y de la
decoración brutal de los Españoles del siglo XVII. […] Él mismo se ve más
latino moralmente y más árabe rítmicamente.”[1]
De forma similar, Gertrude Stein,
en su libro Picasso, habla de “lo
español” como algo que formaba parte del artista, que influía en todos los
aspectos de su vida y obra. Stein habla de una influencia cultural, moral,
psicológica… que se reforzaba durante sus estancias en España y se difuminaba mientras
el artista permanecía en París Aunque Picasso residiera en París
fundamentalmente, eran sus viajes a España los que provocaban que “el
temperamento español se adueñara otra vez de él”, como afirma la propia autora.
Cuando Stein habla de esas etapas de distanciamiento con respecto de “lo
español” lo denomina así,
distanciamiento que no abandono o rechazo. No, para Stein ese carácter español va
a ser una de las condiciones gracias a las cuales Picasso se habría convertido
en uno de los grandes artistas del siglo XX. Stein afirma que tenía que haber
sido necesariamente un español y no otro quien lograra desarrollar el cubismo:
“Los españoles saben que no existe la
concordancia, ni del paisaje con las casas ni de lo redondo con el cubo, ni de
lo mucho con lo poco, y es natural que fuera un español quien lo expresara en
la pintura del siglo XX, el siglo en el que nada concuerda, ni lo redondo con el
cubo, ni el paisaje con las casas, ni la cantidad grande con la cantidad
pequeña.”[2]
En este sentido, el tratamiento
del estereotipo de “lo español” en Stein se vincula con dos aspectos: por un
lado, con la tristeza y la monotonía del colorido que, según la autora,
impregnan el paisaje español:
“España no
tiene nada de sureño, es oriental, las mujeres suelen vestir más a menudo de
negro que de colores, la tierra es seca y de color oro, el cielo es de un azul
cercano al negro y también las noches estrelladas son negras o de un azul muy
negro, y el aire muy luminoso, así que todo está dominado por el negro.”[3]
Y, por otro lado, con ese
exotismo islámico, ese encuentro pacífico y simbiótico de Oriente y Occidente. “Por
supuesto que él es español, y un español puede asimilar Oriente sin imitarlo,
puede conocer lo árabe sin dejarse seducir, puede repetir lo africano sin
dejarse engañar.”[4]
Stein trata de lo peculiar de la
visión de Picasso, de esa nueva mirada como si se tratara de algo ajeno a lo
europeo y propio de lo español. Incluso recurre a la tradición quijotesca para ejemplificar
ese mirar excepcional que busca expresar las cosas según una visión personal,
individual, como contraposición a la representación de una visión universal. Stein
vincula esa visión española con la estadounidense al afirmar que ambas naciones
comparten ciertos rasgos como el no necesitar “de la religión o el misticismo
para no creer en la realidad como la conoce el mundo, si siquiera cuando la
ven. Para ellos la realidad no es real, y por eso existen los rascacielos y la
literatura estadounidenses, así como la literatura y la pintura españolas.”[5]
Esa mirada común habría unido las dos naciones y justificado la admiración que
la obra de Picasso suscitó al otro lado del Atlántico.
En conclusión, la Europa de
principios del siglo XX mira a España desde un prisma singular. Ese ideal de
convivencia entre culturas, entre civilizaciones, convierte a España en un centro
de mestizaje artístico. El mítico orgullo español, la fortaleza de carácter, la
violencia e impulsividad se convierten en rasgos definitorios de la identidad
del hombre español. Asimismo esos rasgos están muy vinculados con la idea de
hombre primitivo, íntimamente conectado con sus pasiones y deseos irracionales,
que tanto interés suscitó en la Francia racional de principios del siglo XX.
Fue en ese momento cuando Picasso se presentó en París como personificación de
ese mestizaje, de esa confluencia del ideal español y de la intelectualidad y
racionalidad europea.
[2] Stein, Gertrude, Picasso, Madrid, 2002, p. 64
[3] Ibídem,
p. 20
[4] Ibídem,
p. 81
[5] Ibídem,
p. 50
Etiquetas:carácter,España,español,Gertrude Stein,imagen | 1 comentarios
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