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lunes, 18 de marzo de 2013
Picasso, Arlequín Trismegisto
Inmersos
en este viaje de redescubrimiento de la máscara “Picasso” no debemos obviar las
aportaciones de algunos de sus contemporáneos. En ese sentido, la imagen que
Picasso quería transmitir de sí mismo se vio indudablemente ratificada por los escritos
de Apollinaire dedicados a la obra y al artista español.
La
noción de máscara pública estuvo presente en la vida de Apollinaire desde su
nacimiento. Su origen ilegítimo propició la propagación de numerosos rumores
que él mismo nunca confirmó ni desmintió. Uno de esos rumores suponía que su
padre debía ser un obispo o alto cargo del Vaticano debido a la protección
eclesiástica de que gozaba su familia. En su libro Bastardos ilustres, María José Casado Ruiz afirma que el propio
escritor parecía explotar sus orígenes oscuros y misteriosos por vergüenza o,
simplemente, como forma de alimentar el aura misteriosa que le rodeaba[1].
No es de extrañar, por tanto, que Apollinaire quisiera participar en la
construcción de la figura mística de Picasso a través de sus escritos.
En
su artículo publicado en la La Plume, Apollinaire habla de la
existencia trascendental de los personajes picassianos fuera de su función circense.
En el artículo Picasso aparece retratado como un creador casi místico, mágico,
capaz de representar “imágenes humanas que flotan en el azul de nuestras
memorias”[2].
Ese
mismo año, Apollinaire escribió dos poemas Saltimbanquis y Crepúsculo con una iconografía
visual íntimamente vinculada con el imaginario de Los Saltimbanquis. En estos poemas Apollinaire vincula a Picasso
con la figura del Arlequín Trismegisto, una adaptación del Hermes Trimegisto que
era fruto de la simbiosis entre el dios egipcio Thot y el griego Hermes[3].
A este Hermes se le atribuye la autoría de unos escritos (Hermética) que llegaron a ser muy populares entre los alquimistas.
La tradición hermética está, por tanto, vinculada con el mundo de la alquimia,
la magia, la astrología, etc. A este respecto no podemos olvidar que el propio
Apollinaire, de la misma forma que Max Jacob, sitió un profundo interés por las
leyendas medievales, los rituales mágicos, la cábala y el tarot. Interés que
surgió durante su primer viaje a Bélgica y que desarrolló durante toda su vida.
Los saltimbanquis, 1905,
National Gallery Washington
Basado
en la aclamación de Apollinaire se ha identificado a Picasso con la figura del
arlequín en Los saltimbanquis
mientras que el personaje de rojo aparece identificado por André Salmon como el
propio Apollinaire que, como en su poema
Crepúsculo, “observa con tristeza / crecer al arlequín
trimegisto.”[4]
Para
profundizar más sobre la relación entre Picasso y Apollinaire destaca el libro
publicado por Peter Read Picasso and
Apollinaire: The Persistence of Memory, University of California Press:
Berkeley, 2008. Y también es imprescindible la digitalización de libre acceso
de la revista La Plume por parte de
la Biblioteca Nacional de Francia.
Etiquetas:Apollinaire,Arlequín Trismegisto,La Plume
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