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jueves, 23 de mayo de 2013
Picasso frente a la cámara
En
ocasiones anteriores hemos hablado de cómo el automatismo y la improvisación
son características básicas de la imagen de genio creador construida en torno a
la figura de Picasso. Características que conocemos gracias a testimonios de
sus contemporáneos y, sobre todo, gracias a las fuentes gráficas que
conservamos. Entre éstas destaca la película documental El Misterio Picasso, rodada en 1956 por el director francés
Henri-Georges Clouzot, una de las pocas ocasiones en las que artista malagueño
se puso delante de una cámara.
El
documental se plantea como un intento de descubrir cómo se desarrolla el
proceso creativo del artista, la evolución de la obra hasta alcanzar su versión
final. Como hemos ido estudiando a lo largo de este blog, Picasso controlaba
hasta el detalle la construcción de su imagen pública y este documental le
permitió profundizar en algunas de esas cualidades que potenciaba.
Aparece
el artista en su taller, a oscuras, ante sus obras, con una luz tenue que
incide en la superficie de la obra mientras que mantiene a la figura del pintor
en semipenumbra. En algunas ocasiones, no sólo relega la figura del creador a
un segundo plano sino que la elimina casi completamente. A través de ese juego
de la transparencia la obra parece surgir de forma independiente, por sí misma.
En
ese juego de creación pictórica, el pintor aparece sentado en el suelo,
semidesnudo, con las piernas cruzadas… haciendo clara referencia a esa noción
del artista como chamán, como ejecutor de un ritual de naturaleza mágica y
misteriosa. La cámara, y con ella el espectador, penetran en la cueva del
artista que les muestra los secretos de su arte. La estética del “documental”,
incluso su propia caracterización como documental, está muy cuidada y pretende
transmitir una imagen clara de cómo trabaja y cómo se concibe la noción de
genio.
Picasso
se divierte modificando su obra conforme se materializa, como si él mismo se
tratara de un simple canalizador. Mantiene la atención del público realizando
cambios inesperados que hablan de un final incierto, imágenes que se superponen
para crear otras distintas en una evolución infinita que sólo el pintor es
capaz de concretar. A este respecto me parece imprescindible destacar la última
obra que realiza en el documental donde juega con las variaciones dentro de la
obra, la modifica, introduce el collage, lo elimina… hasta
que descubre una composición que le satisface y entonces declara: “Ahora que ya
sé, más o menos, donde estoy, cojo un lienzo nuevo y empiezo de nuevo” (video 4).[1]
A
este respecto, me ha parecido interesante comparar el documental con un
extracto del documental que François Campaux realizó sobre Matisse en 1946. Mientras
que Picasso se convierte en el ideal de genio creador, con un fuerte carácter,
impetuoso, impredecible… Matisse se retrata como el ideal de pintor reflexivo,
sus pinceladas son rápidas pero fruto de una intensa reflexión previa. En
algunas de las fotos que se conservan del taller de Matisse podemos ver cómo
para alcanzar esa síntesis de sensaciones, esa expresión del espíritu interior
del artista. Matisse dibuja, coloca los modelos en la pared, los contempla
directamente, a través de un espejo y, a través de toda esa reflexión llega a
una conclusión.
Es
una imagen muy diferente de la del "genio" creador en Picasso, donde la
reflexión forma parte del proceso
práctico de creación, convive con la intuición y la improvisación. Quizás ese
fuera el motivo que le llevó a no plasmar en palabras lo que quería decir con
su pintura, ese temor de que al expresarlo por medio de la palabra perdiera una
parte de ese aura mágico e inexplicable que le rodea.
[1] Podéis consultar algunos fragmentos de El Misterio Picasso y del documental de François Campaux sobre Matisse en el apartado “Picasso en video” del blog.
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